martes, 24 de julio de 2012

INSECTO PALITO



El insecto palito cayó víctima de su éxito. Fino, elegante, mimético, el insecto palito no solo estaba en boca de niños y viejos, sino que fue googleado a discreción. Y esto, para quien se confunde con una nonada, termina por convertirse en una catástrofe: se volvió vanidoso y ya no quiso parecerse, sin más ni el menor esfuerzo, a un trocito de ramita, y se empeñó en imitar nuevas formas y maneras.


[Insecto palito en boca de todos]

Al estar en boca de todos, el insecto palito adornaba, orgulloso de sus metamorfosis, los rostros de hombres y mujeres, y no era poco curioso ver por la calle a la gente con su insecto palito en la cara, bien en forma de labios, bien en forma de lengua o dientes, y cuando alguien hablaba, el insecto palito se convertía en una mantis atea que devoraba el sentido de las palabras. Fue así como poco a poco se impuso el silencio del ruido, y ya nadie quería decir nada, así que desaparecieron los labios, la lengua y los dientes, y el insecto palito dejó de estar en boca de todos.


[Insecto palito googleado]

Se refugió en Internet y allí fue googleado hasta la saciedad: el insecto palito, entonces, se recreaba en apariencias cóncavas y convexas, en dérmicas esferas y cutáneos conos, hasta el punto de monopolizar y saturar la Red con su proteica variabilidad, lo que desembocó en una querella por lo judicial que quedó resuelta por la vía comercial.


[Insecto palito por Wassup]

Sí, el insecto palito tuvo que abandonar los buscadores, pero, a cambio, podía ser enviado por Wassup.


[Insecto palito coltán]

Sin embargo, y a pesar de lo ufano que se sentía el insecto palito en lo que él creía su prestigiosa escalada tecnológica, la vanagloria lo redujo a coltán, y ahora el insecto palito padece una continua guerra que le hace añorar la anonadada paz de su sencillo parecerse a un trocito de ramita.

sábado, 14 de julio de 2012

4. El culo del niño zangolotino


  Este zangolotino tiene un culo pantuflero y señorial, y no se lo puede quitar de encima, muy a su pesar.


[He aquí un zangolotino robótico y un culo virtual. Fuente: http://mividainsustancial.blogspot.com.es/2007_12_01_archive.html]

  Es un culo canoso y el retinte no lo puede evitar.
  Es un culo de molicie y la bicicleta estática no lo puede agilizar.
  El culo del niño zangolotino es la carpa de un circo en cuya pista central tiene lugar el largo número del aburrimiento: un número, como todos, inagotable cuando se le descuartiza: el tiempo medido en experiencias pone ante el niño zangolotino un cero culón. Y el tiempo se acaba: y el culo que en sus mejores días reposaba en el placer tibio de los bien planchados pantalones de pana, desde hace un par de meses se desvive y amenaza con convertirse en un peso pesado y muerto. Ya no será, este culo, fuente imantada, sino piedra podrida.
  Por eso ahora se da prisa. Y con las prisas olvida que su culo es abandonada nariz de payaso, desagradable culo de babosa, ridículo cacho de carne fláccida que ninguna calipigia querrá tocar.
  ¡Pobre niño zangolotino! ¡Cómo no compadecernos de su ridículo! Nos gustaría ayudarle. Nos gustaría presentarle a una tía solterona que tenemos en el pueblo. Pero el niño zangolotino aprieta el culo ante la callosidad de nuestra propuesta. ¡Él tiende a la crema vivificante y elixir de la juventud! ¡Toda su vida ha sido ejemplar y ahora quiere ser Don Zangolotino! Y no por egoísmo, no, sino por sacrificado. Y no por perverso, no, sino por buen padre y mejor marido. Y no por muerto de asco, no, sino por vivito y coleante culo ateo de repente (ya se sabe que el pene es ateo de nacimiento, ¡pero qué melancolías no esconde el claustro de un culo descreído!); sin más fe que la fe en el gusto del culo hoy y en el estreñimiento de mañana.
  ¡Niño zangolotino! ¡A tu edad! ¿Qué has hecho de tu vida, tonto de ti? ¿A dónde vas ahora, que ya no gustas a las que te gustan?



  ¿Por qué sales a estas horas, si no fumas y el tabaco es caro y perjudica gravemente la calidad del semen? ¿Ya no te acuerdas de que tu esposa tiene lumbago crónico y está indefensa en su obesidad, luego no puede vengarse? ¿Ya no te acuerdas, ¡villano!, de cómo esa santa dejaba que casi te corrieras en su cara, hace mucho, cuando cumplías años? ¿Y así se lo pagas, lujurioso buscador de emociones? ¿Y no te acuerdas tampoco de lo de ayer mismo, cuando te volviste translúcido al atravesar, ¡qué pillín!, aquel rebaño de colegialas? ¡Sal en pos de la inmortalidad! ¡Ahora eres un vampiro y necesitas sangre fresca!
  Todo te lo perdonamos, sin embargo, porque te entendemos. Entendemos que lo más importante es vivir la vida con intensidad, ¡sí! Entendemos que habías sido víctima de la catacúmbica tradición. ¡No! ¡Libérate al fin! ¡Aún eres joven! Tu culo (hemos exagerado) no es tan pantuflero ni babosil. ¡No! Tú no eres un viejo verde: lo que pasa es que el camino de la tradición te hizo agotar las posibilidades de tu centro de trabajo, ¡y qué desvencijadas posibilidades eran, a la par que imposibles para ti!; y pasa también que se te ha dado por leer a Houellebecq, y entender no lo has entendido muy bien, claro, ¡pero qué imágenes, qué de conejitas, y tu culo agazapado!
  Es un culo desesperado. ¡Libertad!
  Es un culo preesclerótico. ¡Vida!
  Es un culo amanerado, caballeresco y pelota. ¡Qué se le va a hacer!
  El culo del niño zangolotino, y esto lo salva, es de todo menos zangolotino.


FENÓMENO MAÑO



Pareja mayor, de unos sesenta años, sentada en una mesa próxima del restaurante de playa. Ambos son menudos. Ella con moderna camisa blanca y falda marrón con cinturón de piedrecitas. Un tanto demasiado moderna, quizás. Él con pelo y bigote muy negros y bastante calvo. Un matrimonio ordinario, pasan inadvertidos.

De pronto suena un móvil a todo volumen con música verbenera. No puede ser suyo, pienso, parecen discretos. Error. Responde ella, y a pleno pulmón, audible por todo el pueblo: ¿Qué YA ESTÁS AQUÍÍÍÍÍÍ?! ¿DÓNDE? ¿PERO DÓNDE ESTÁS, SOBRINO? CLARO, CLARO QUE SÍ. ESTAMOS AQUÍ EN UN VELADOR. ¡PERO QUÉ PRONTO HAS LLEGADO!!!! ¿SE HA ADELANTADO EL AUTOBÚS? ¡QUÉ ALEGRÍA MÁS GRANDE! ESPERA, ESPERA, QUE VA EL TÍO FERNANDO A POR TI. NO TE MUEVAS DE AHÍ. ¡TÚ ESPERA!

Fernando se va presuroso, pero antes pide a su mujer que hable un poquito más bajo. Ella sigue al teléfono, embriagada por la emoción. Pasados unos minutos cuelga y aparecen tío y sobrino.


¡Y COMIENZA LA FIESTA! ¡Qué derroche de entusiasmo, de alegría, de abrazos y preguntas, qué ir y venir, sentarse y volverse a levantar, juntos o a pares, o uno u otro, y el perrito Yorkshire, excitado, que no sabe a quién mirar, y la maleta roja, grandota, de acá para allá, también alborotada, no sabe dónde ponerse, y el ordenador del muchacho en su maletín va y viene por la mesa, y venga besos y efusiones, y más abrazos y recuerdos-de!!

Han llenado el escenario, son únicos, incomparables. Los ocupantes de todas las demás mesas, personajes secundarios, no podemos más que admirar aquel derroche de auténtica dicha lanzada al aire a borbotones.

Y ahora es el tío Fernando quien habla por teléfono, probablemente con los padres del adolescente, ¡aún más alto que su señora! Y el sobrino, alegre, risueño, inocente, parlanchín, tampoco calla. Todos hablan a la vez, se interrumpen, se ríen, se preguntan, no escuchan y vuelven a preguntar. Que si aquí hay internet 3D, que si el móvil de 300 euros, que si el azúcar que mi madre me ha dicho que coja para evitar mareos, que… ¡¡¡PERO SI HEMOS VENIDO PA VEEEEEEEEEEEEEETE!!! (¡así, sin “r”!), ¡¡QUESTO NO ES EL PUEBLO DEL PIRINEEEEEEEEEEEEO!!, interrumpe el tío Fernando a voces. Y la tía se levanta y besuquea al zagal, y le atusa el pelo, y revolotea alrededor de la mesa seguida por el perrito (con grave riesgo de morir aplastado en un súbito giro de ella).


¡Qué desvarío! El público, nosotros, entregados, ellos magníficos en su papel. Heidegger, los griegos, lo real, lo posible, cualquier tema de conversación anterior, está de más. El espectáculo es arrebatador, insuperable.

La camarera (y dueña del local) se acerca vacilante. Incluso ella, normalmente altanera y hosca, siente que está de más. Piden agua para el muchacho, pagan y (¡nooooooooo!) deciden que es hora de marchar. El niño tiene que descansar del viaje antes de cenar.

Se reinicia el trajín desaforado, el movimiento descontrolado de maleta, las carreras del perro, el salimos-por-aquí, no-no-por-allí, incesantes idas y venidas. Y finalmente se alejan parloteando alegremente.

El público, desolado, se siente tentado de seguirles. Sabe que la función no ha terminado, que actores y escenario siguen en otro lugar.  Tanta emoción nos ha dejado exhaustos. Hemos quedado impregnados de aquella risueña tropa y la atmósfera que han creado y sólo de ellos podemos hablar, del ciclón maño.

Flaubert, ¿dónde estabas, Flaubert?!




jueves, 12 de julio de 2012

BUTT CONTEST (3)

Who painted these buns? Can you name the picture?



Post your guess!
You can see the correct answer in the next issue of our BUTT CONTEST.

And here is the answer to our previous issue: Study from the Human Bodyby Francis Bacon.


It was painted in 1949 and can be seen at the National Gallery of Victoria, Melbourne.




sábado, 7 de julio de 2012

PRISONS. Oscar Wilde


ELLMANN, Richard. Oscar Wilde. London: Penguin Books, 1987.                          
                        
We can but highly recommend a magnificent biography of Oscar Wilde by the author of other excellent biographies, such as Joyce’s: Oscar Wilde, by Richard Ellmann. Ellmann offers us his profound knowledge of Wilde with the utmost credibility, unaffected by his obvious devotion towards the writer and the person. The riches and precision of the vocabulary that he employs and the vast array of facts about Wilde’s work and life give the reader a sensation of following Wilde and even being an observer of his contradictions, delights, afflictions, and, what’s more important, of his development as a human being.

Ellmann starts every chapter with a quotation of Wilde’s words and after that provides us with a thorough display of details of his writings, life, relations, joys, and misfortunes. Under this light we confirm what we could glimpse when reading every one of his books, that Wilde was pure excess, just like life, and he could not be stopped by morals, even though these could (and did) crush him. “Though he offered himself as an apostle of pleasure, his created work contains much pain” (p. xiv).


[Oscar Wilde. Picture taken from http://www.quotezuki.com/author/oscar-wilde/page3]

He was the best company, witty and an unequalled conversationalist, always generous with his guests and acquaintances, lovers or even strangers. He didn’t receive the same token when he was accused of immorality and sent to prison. Most of his friends abandoned him and refused to help, and the few years he lived after being in jail he was ruined. He died in exile accompanied only by a couple of friends, Reggie Turner and especially Robert Ross, who never left him. His personality and his intelligence were not fit for the times, which were but rigid and hypocritical, and nothing was more alien to Wilde, whose passion for life was endless and could not possibly be hidden.

Life or art, what comes first? Both were irresistible for Wilde, but there can be no doubt when knowing him in such depth as Ellmann does: Life is generosity and splendor, but it comes second, as it can only imitate art, and only the latter can come near perfection and is a mirror to life. Art is the true creator, and only creators can shape life. This explains why Wilde was so careful with every detail, every word he chose, every garment he wore, his hair, his surroundings, his home and its decoration, etc. Everything had to be perfect, a work of art, for life deserves no less. Morality is only a constraint and limits the creator. Only intelligence and taste can prevail. That’s why he never confined himself to one specific faith or group (he played with the idea of becoming a Christian and joined masonry at the same time!). Why not taste them all? He had to be sent to prison by the society that he had exposed to put limits to his passion for life, and that killed him. We can imagine the suffering of such sensibility imprisoned. No blue china, no champagne, no books, no words, no air. A man of his delicacy could not survive the lack of beauty and the fetid air of jail. His purity was suicidal.


Alfred Douglas, "Bosie"

“Essentially Wilde was conducting, in the most civilized way, an anatomy of his society, and a radical reconsideration of its ethics. He knew all the secrets and could expose all the pretense. Along with Blake and Nietzsche, he was proposing that good and evil are not what they seem, that moral tabs cannot cope with the complexity of behavior. His greatness as a writer is partly the result of the enlargement of sympathy which he demanded for society’s victims” (p. xiv). “We inherit his struggle to achieve supreme fictions in art, to associate art with social change, to bring together individual and social impulse, to save what is eccentric and singular from being sanitized and standardized, to replace a morality of severity by one of sympathy” (p. 553).

Wilde, we dare add, couldn’t possibly have had a more appropriate name and definitely honoured it, as Ellmann’s biography depicts with such precision and elegance.