sábado, 26 de enero de 2013

Conócete a ti mismo. KAFKA


Conócete a ti mismo no quiere decir: obsérvate. Obsérvate es la frase de la serpiente. Quiere decir: Hazte dueño de tus actos. Ahora bien, eso ya lo eres, eres dueño de tus actos. De modo que esa frase significa: ¡Desconócete! ¡Destrúyete! O sea algo malo: y sólo si uno se inclina mucho, se oye también lo que tiene de bueno, que reza así: "Para que te conviertas en quien eres".

[Cuadernos en Octavo]


sábado, 19 de enero de 2013

AFTER HOURS


when everyone is asleep
when it is dark
and the light of day is a menace
and there’s only silence
not a sound
no music is heard
and then
a bird
wake up
sleep is not for you
stand
walk
move
dance to the music


viernes, 18 de enero de 2013

El poder del deseo


La voracidad de la apetencia, la necesidad de poseer las entrañas ajenas, el placer de desentrañar lo desconocido, la curiosidad de desvelar lo recóndito, el amor por dominar lo indómito. El deseo de devorar y ser devorado. La fragilidad del poder.




jueves, 17 de enero de 2013

AHORA SIEMPRE


Siempre se quiere todo para siempre ahora
 cómo nos dejamos embaucar , mañana quizás, tal vez si
Asoma una redondez punzante
El sentido sólo existe si se pone
No confío en el medio, sólo en el extremo, tú y yo
¿Mi sabor preferido? Agridulce
Imaginar, soñar, alimentar el espíritu
¿Quién puede vivir de sueños?
 Sólo aquellos que no tienen esperanza alguna de vivir su realidad
¿Derechos? Pregunta a la naturaleza
La madre naturaleza es comprensiva con todos sus hijos
No, no lo es, es una madre exigente y posesiva
Perfecto no es, es lo que hay



sábado, 12 de enero de 2013

Tres edades

Las tres edades de la mujer. Gustav Klimt (1905)

De quince a veinte es niña; buena moza
de veinte a veinticinco, y por la cuenta
gentil mujer de veinticinco a treinta.
¡Dichoso aquel que en tal edad la goza!

De treinta a treinta y cinco no alboroza;
mas puédese comer con sal pimienta;
pero de treinta y cinco hasta cuarenta
anda en vísperas ya de una coroza.

A los cuarenta y cinco es bachillera,
ganguea, pide y juega del vocablo;
cumplidos los cincuenta, da en santera,

y a los cincuenta y cinco echa el retablo.
Niña, moza, mujer, vieja, hechicera,
bruja y santera, se la lleva el diablo.

Francisco de Quevedo (1580-1645)



Mujer en tres etapas (Sphynx). Edvard Munch, 1894.


La arrugada viejecilla se sentía llena de contento al ver a un hermoso niño al que todos hacían fiestas, a quien todos querían agradar; aquel lindo ser,  tan frágil como ella, la viejecita y, también como ella, sin dientes ni pelo.
Y se acercó a él para hacerle gracias y agradables carantoñas.

Pero el niño, espantado, se revolvía bajo las caricias de la buena mujer, decrépita, y llenaba la casa con sus chillidos.

Entonces, la buena vieja se retiró a su eterna soledad, y lloraba en un rincón mientras se decía: «¡Ah,  para nosotras, desgraciadas hembras viejas, ya ha pasado el tiempo de agradar, incluso a los inocentes; y hasta horrorizamos a los pequeños a quienes queremos amar!»

La desesperación de la vieja. Charles Baudelaire



Las tres edades y la muerte. Charles Baldung (1541-1544)


viernes, 4 de enero de 2013

KAFKA. El pasajero




Permanezco de pie en la plataforma del tranvía, completamente inseguro respecto a mi situación en este mundo, en esta ciudad, en mi familia. Ni siquiera podría precisar las pretensiones que estaría en condiciones de alegar con derecho. Me es absolutamente imposible defender que esté aquí de pie, agarrado al asidero, que me deje llevar por este vagón, que la gente evite el tranvía o pase de largo en silencio o que descanse frente a la ventana. Nadie lo reclama de mí, es cierto, pero eso es indiferente.
El tranvía se aproxima a una parada; una muchacha se acerca al peldaño, dispuesta a subir. Aparece ante mí con tal claridad que me parece haberla tocado. Está vestida de negro, los pliegues de la falda apenas se mueven, la blusa, que acaba en cuello de punta de redecilla blanco, se ciñe al cuerpo, la palma de la mano izquierda se apoya en la pared, el paraguas, en la mano derecha, permanece apoyado en el segundo escalón. Posee un rostro moreno; la nariz, débilmente aplastada en los laterales, termina en una forma redondeada y ancha. Tiene pelo castaño abundante y algunos cabellos cubren la mejilla derecha.
Su oreja pequeña queda pegada a la cabeza; no obstante, como estoy cerca, puedo ver la parte trasera del lóbulo y la sombra en la raíz. En aquel instante me pregunté: ¿cómo es posible que no quede maravillada ante sí misma, que permanezca con la boca cerrada y no diga nada que exprese su asombro?