Las tres edades de la mujer. Gustav Klimt (1905)
de veinte a veinticinco, y por la cuenta
gentil mujer de veinticinco a treinta.
¡Dichoso aquel que en tal edad la goza!
De treinta a treinta y cinco no alboroza;
mas puédese comer con sal pimienta;
pero de treinta y cinco hasta cuarenta
anda en vísperas ya de una coroza.
A los cuarenta y cinco es bachillera,
ganguea, pide y juega del vocablo;
cumplidos los cincuenta, da en santera,
y a los cincuenta y cinco echa el retablo.
Niña, moza, mujer, vieja, hechicera,
bruja y santera, se la lleva el diablo.
Francisco de Quevedo (1580-1645)
Mujer en tres etapas (Sphynx). Edvard Munch, 1894.
La arrugada viejecilla se sentía llena de contento al ver a un
hermoso niño al que todos hacían fiestas, a quien todos querían agradar; aquel
lindo ser, tan frágil como ella, la
viejecita y, también como ella, sin dientes ni pelo.
Y se acercó a él para hacerle gracias y agradables carantoñas.
Y se acercó a él para hacerle gracias y agradables carantoñas.
Pero el niño, espantado, se revolvía bajo las caricias de la buena mujer,
decrépita, y llenaba la casa con sus chillidos.
Entonces, la buena vieja se retiró a su eterna soledad, y lloraba en un rincón
mientras se decía: «¡Ah, para nosotras, desgraciadas
hembras viejas, ya ha pasado el tiempo de agradar, incluso a los inocentes; y
hasta horrorizamos a los pequeños a quienes queremos amar!»
La desesperación de la vieja. Charles Baudelaire
Las tres edades y la muerte. Charles Baldung (1541-1544)
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